Te conoci un dia de Marzo de 2017 de mano de otro bolido color verde llamado Arturo, desde un primer momento no hubo ningun feeling, porque tu llegada a mi vida suponia tener que despedirme de ese automovil que tan ligada me hacia estar con ese niño grande llamado papá, pero de igual manera sabia que tu llegada era por la inminente aparicion de mi otra mitad, del sol diario de mi dia a dia, mi pequeño Eleatzar.
Asi pues el 5 de Abril fue el primer dia que me llevaste por esas carreteras de mi amada Granada, cambie tu forma de darme musica para poder estar mas de moda con los tiempos que estamos y fue el principio de nuestro fin.
Primero te negaste a seguir andando con ese motor viejo que portabas desde que te fabricaron, asi que motor nuevo y a seguir rolando.
Fuiste testigo inerte de una huida sin escrupulos de mano de esa persona que estuvo en mi vida, sin embargo volviste a mi, me acompañaste a ese recondito lugar llamado La Manga del Mar Menor, donde perdura aun parte de mi infancia, me llevaste a esa ciudad donde Picasso nacio, lugar donde me privaste de darme aire acondicionado, no contento con eso, activaste por arte de magia el parabrisas hubiera solano o no.
Y fue tras meses de reparaciones y demas,volví a ti, dejandote a merced de esos amigos, que tras varias dispustas y mala saña, buscaron la manera de hacerme daño, localizando a esa persona que tanto daño y me marcó de una manera sobrehumana, creandome mas problemas de los que tenia, resultando esos amigos no tan amigos como pensaba.
Sin embargo, hemos seguido rulando a diestro y siniestro con Vaca Lola como principal estrella de esos pequeños viajes.
Pero como todo en la vida y aun queriendome negar lo inevitable nuestro fin llegó, ya que en dias pasados, mientras La Granja de Pepito sonaba entre tus paredes, la velocidad pasaba desapercibida, te anclaste en no querer meter la marcha correspondiente a esa velocidad marcada, haciendome parar en el termino de ese pueblo que esa cantante de Rancheras hizo tan famoso, Dúrcal.
Creete, el miedo que pasé tras esa barra llamada Quitamiedos como si un torero se trataba, con la pequeña diferencia que no divisaba toro alguno, si no coches, camiones, furgonetas a velocidad que nunca hubiera imaginado, a paso de la llegada de la noche cerrada y oscura.
No sé que me deparará la llegada de otro bolido a mi vida, si me durará o yo le duraré a él, pero sinceramente poco o nada me preocupa, solo sé que tengo que decir adios a ese acompañante por excelencia, como lo hizo mi Tamahochi, mi Atos, mi Arturo y ahora mi Donato.
Hasta siempre mi pequeño desastre Donato.