Un momento más

"No es el tiempo el que nos falta somos nosotros quienes le faltamos a él", fue la frase que irrumpió bruscamente, por mi mente desde primera hora de la mañana. Mientras intentaba evadirme en cualquier papel, cuyas fórmulas matemáticas me conquistaban inocentemente, miré con cautela el calendario que yacía al lado de mi enamorado y gigantesco compañero semanal, al mismo tiempo que localizaba el número deseado, la mirada se me perdía no en los números rojos de ese calendario si no en el día que estábamos, 15 de Julio, día cualquiera para unos y especiales para otros.

Y un año más, llegó ese 15 de Julio, "mi ecuador de verano", ese día que me marca a modo de sonrisa que falta poco para mis deseadas vacaciones y aunque aún me falta menos de un mes para perderme una semana por mi amada Ourense, no me importa, ya que hasta su llegada, intentaré saborear al máximo las semanas que quedan.

Y es mañana, cuando después de haber pasado una mañana a modo de  matemática,  emprenderé camino hacía Ceuta, esa ciudad cuyo enigma me enamora desde que tengo 10 años. Intentaré perderme por cada unos de sus rincones, dejaré mi mente vagar inocente y perversamente  hasta donde quiera.

A la semana siguiente, intentaré disfrutar de Sta. Ana y sus feligreses, mientras una fiesta mundana me reconquista a modo "Angels", siendo en ese momento cuando me vuelva a encontrar con esa persona que hace 5 años estuvo a mi lado.

Sin previo aviso  llegará un 30 de Julio, día que después de enamorar por última vez a ese cabezón, cuyo sutil renombre responde a "Pc", subiré a ese bólido para poner rumbo a esa ciudad cuyas noches enamora a todos esos malagueños y no malagueños, pero solo por esta vez, no me perderé por  sus rincones si no que me subiré a ese avión, que me llevará a esa Catedral enamoradiza,  a esos verdes pastos cuyo aire galleguil  me reconforta siempre que voy, respondiendo su nombre sutil y delicadamente a Santiago de Compostela.