Una noche fría cae,
en la nevada ciudad,
de aquellos mozárabes,
de la época de la Alhambra,
el rió Darro llora,
sin consuelo alguno,
el rió Genil anda loco,
por conseguir la mitad,
de sonrisas enamoradas.
Y es el mirador de San Nicolás,
el testigo inmortal,
de los besos apasionados,
de la pareja de la esquina,
de las carantoñas robadas,
de los amantes furtivos,
del contacto visual,
de ese coloquio mundano.
A lo lejos una silueta se divisa,
timidamente irrumpe,
con cierta energía,
mientras una sonrisa,
es dueña de ese rostro,
endemoniado como bueno,
diabólico como angelical.
Observa detenidamente,
la lluvia recorrer,
ese cuerpo sonriente,
a la vez que su mirada,
se pierde en la lejanía,
de Sierra Nevada.
Las calles empedradas,
de esa metrópolis,
donde Carlos V,
correteo sin césar,
son testigos inertes,
de los nervios,
invisibles y visibles,
de esa silueta cabril.
Camina erguida,
pero con paso decidido,
mientras miles de miradas,
le devuelven una expresión,
un tanto antagónica.
Su mente anda inmersa,
en pensamientos lejanos,
mientras una imagen,
permanece inamovible,
sorprendida, exclama,
¿Qué será de mí?
lo que tú quieras que sea,
responde dulcemente,
ese sueño constante,
llamado VIDA.
en la nevada ciudad,
de aquellos mozárabes,
de la época de la Alhambra,
el rió Darro llora,
sin consuelo alguno,
el rió Genil anda loco,
por conseguir la mitad,
de sonrisas enamoradas.
Y es el mirador de San Nicolás,
el testigo inmortal,
de los besos apasionados,
de la pareja de la esquina,
de las carantoñas robadas,
de los amantes furtivos,
del contacto visual,
de ese coloquio mundano.
A lo lejos una silueta se divisa,
timidamente irrumpe,
con cierta energía,
mientras una sonrisa,
es dueña de ese rostro,
endemoniado como bueno,
diabólico como angelical.
Observa detenidamente,
la lluvia recorrer,
ese cuerpo sonriente,
a la vez que su mirada,
se pierde en la lejanía,
de Sierra Nevada.
Las calles empedradas,
de esa metrópolis,
donde Carlos V,
correteo sin césar,
son testigos inertes,
de los nervios,
invisibles y visibles,
de esa silueta cabril.
Camina erguida,
pero con paso decidido,
mientras miles de miradas,
le devuelven una expresión,
un tanto antagónica.
Su mente anda inmersa,
en pensamientos lejanos,
mientras una imagen,
permanece inamovible,
sorprendida, exclama,
¿Qué será de mí?
lo que tú quieras que sea,
responde dulcemente,
ese sueño constante,
llamado VIDA.
5 comentarios:
¡Qué bonito chiquilla! besos
Como dulces sueños...
Hermosos los versos que nos acercas en este día, es siempre un placer visitar tu espacio.
Gracias por compartir.
Cálido abrazo.
Bonito paseo ;)
*Winnie: Me alegro que te guste.Un besazo, peke!
*Paco Alonso: Gracias a tí, por pasarte! Un saludo.
*Elena: ;) la verdad es que sí, y ¿sabes?, me soy una enamorada de mi ciudad hasta la médula :$.
Uy, creo que la nieve me confunde, porque ya no sé ni como escribir!! "Me soy"? ainssss..., queria decir que soy una enamorada de mi ciudad!... :P
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